La primera vez que lo vi. Por Night Eternal.✿

Últimamente hacia mucho frío en la ciudad, sin embargo esa mañana el día no podía estar más soleado, aunque aún así no evitaba tener una flojera para ir a la escuela, después de todo no era la persona más madrugadora del mundo.
-Despierta, no te puedes quedar toda la mañana así.-me dijo mi madre y me lanzó una almohada en la cabeza, ella era muy enérgica, seguramente ya había limpiado toda la casa y demás.
-Está bien.-dije entre bostezos y me levanté lentamente, al ver el reloj corrí hacia mi armario y saqué mi uniforme, antes me lavé la cara y los dientes, luego me vestí rápidamente y tomé mi mochila, antes de irme, mi mama me dio un collar, “para la buena suerte”, había comentado, sin embargo, era consciente de mi situación.
Esperé cinco minutos el camión que pasaba enfrente de mi casa, pero no llegaba, por lo cuál tuve que ir por mi bicicleta, al llegar al colegio la dejé juntó a todas las demás bicicletas, el señor de la puerta me vio negando con la cabeza esperando que pasara.
-Buenos días.-le dije corriendo, ya que me aterraba un poco su mirada de desaprobación.
-Buenas noches.-él me dijo y apenas entré, él cerró la puerta.
Era la ceremonia de iniciación, caminé rápidamente hacia los estudiantes de nuevo ingreso, me puse el collar que mi madre me había dado.
Al terminar la ceremonia, la directora había puesto las hojas en la pizarra con la asignación de los salones, observé mi extraño e inusual nombre enseguida, era en el salón “1-B”, al llegar al salón, la mayoría de los chicos ya se conocían y sin embargo yo nunca había visto el rostro de alguno en toda mi vida.
-Hola.-me dijeron dos chicas, eran muy parecidas, no pude evitar sonreír incomoda.
-Hola.-dije en un tono de voz que ni siquiera yo conocía.
-¿Por qué no te vimos en los cursos antes de entrar a la escuela?
-AMM… este, es que ese día me levanté un poco tarde.
Y llegó a mi mente ese día, cuando seguía roncando y mi madre había tratado de levantarme, pero ya era demasiado tarde.
Las dos comenzaron a reírse, se reían de una forma graciosa, irónicamente, los demás las voltearon a ver con un poco de horror.
Las clases pasaron y pasaron rápidamente, había una chica de cabello rubio, ojos castaños claro y rasgos finos, que me veía constantemente, su expresión indicaba “me caes mal”
En la hora de educación física, me había tocado llevar la balonera al salón, mientras iba pasando por el patio, observé que había alguien recargado en un árbol, me acerqué un poco para verlo y me sorprendió un poco su apariencia despreocupada, era un chico y estaba dormido, tenía cabello castaño, era de tez blanca, tenía unos rasgos muy singulares y demasiado atractivo.
Me acerqué para ver que era lo que estaba caminando en su mejilla, como estaba debajo de un árbol era seguro que le había caído un insecto.
Casi me muero del susto cuando abrió sus dos pupilas azules metálicas, se pegó en la cabeza con el árbol.
-Disculpa, es que tenías un insecto en tu mejilla.-le expliqué mientras caminaba hacia atrás.
Me tropecé con una roca y me caí de sentón en su cara, por su rostro, era obvio que se quería reír, pero la “caballerosidad” se lo impidió.
-¿Estás bien?-me preguntó con una sonrisa en el rostro, me quedé en “shock”, mientras sentía como hacía más viento y las hojas de los árboles caían rápidamente.
-Así que aquí estabas.-le dijo la profesora de educación física al chico, quien le sonrió falsamente, ella enseguida lo tomó de la muñeca y lo hizo que se levantara.
-Ayúdale a llevar la balonera.-le ordenó la profesora y él enseguida me ofreció una mano ya que todavía no me había levantado.
-Gracias.-le dije un poco avergonzada, observé que mi mano estaba muy cerca de la de él.
-¿Qué, tengo otro insecto?-me preguntó como si estuviera preocupado y se sacudió con la mano la cabeza, no pude evitar formar una sonrisa torcida.
-No, no tienes otro insecto.-le dije mientras caminábamos hacia el salón, al llegar al gimnasio, todos se quedaron mirando boquiabierta, la mayoría de las chicas nos veían y luego veían a la chica rubia, que por su rostro, parecía furiosa.
-Ven, Scott.-le dijeron al chico sus amigos, quién me veían enarcando las cejas, el dejó la balonera, pero antes de irse, se volteó completamente hacia mí y me preguntó:
-¿Cuál es tu nombre?
-Ahh…-dudé un momento porque realmente odiaba mi nombre, él me miró con curiosidad y no espero mi respuesta, solo dijo:
-Está bien, no hay problema.
-Mi nombre es Karin.-me dije a mí misma en voz baja, al voltear a verlo, me miró un momento de reojo y siguió hablando con sus amigos.
No era la mejor en los deportes, pero traté de pegarle al balón en voleibol, la chica rubia, que todos le decían “Nina”, era del equipo contrario y siempre me miraba frunciendo el ceño, sin embargo a los demás les mostraba una sonrisa un poco falsa.

Había salido un poco tarde por quedarme con la profesora de educación física a acomodar bien la bodega, me dirigí con aburrimiento hacía mi bicicleta, cuando la tomé me di cuenta de que tenía una llanta desinflada, y la escuela no estaba muy cerca de mi casa, tomé la bicicleta y comencé a caminar juntó con ella, después de dar tres pasos, escuché que alguien me dijo:
-Espera.
Al voltear era Scott, su bicicleta estaba a lado de la mía, me miró como si estuviera sorprendido.
-¿Quieres que te ayude?-me preguntó con una sonrisa torcida, no podía evitar ponerme un poco nerviosa, porque no acostumbraba a tratar con personas como él.
-No es necesario.-le dije nerviosa y me voltee para seguir con mi camino, él enseguida tomó su bicicleta y anduvo juntó a mí.
-¿En serio no necesitas ayuda?-me preguntó, lo voltee a ver y su expresión no la pude comprender muy bien.
-No.-le dije nerviosa y traté de ir más rápido, sin embargo el en menos de un segundo me alcanzó.
Estuvimos así por un rato, ya me había cansado, pero no quería que me ayudara.
-¿Tu nombre es Scott?-le pregunté tímidamente, el me volteó a ver y asintió con la cabeza.
-Si, aunque suene a papel de baño, me gusta mi nombre.
-No suena a papel de baño, es un gran nombre.-le dije rápidamente sin darme cuenta de lo que acababa de decir, el me miró seriamente y luego no pudo evitar curvar sus labios.
Todo se quedó en silencio, ya no podía seguir sosteniendo la bicicleta, estaba muy cansada, había una banca enfrente así que decidí sentarme un momento.
Él se sentó juntó a mí, me di cuenta de que ya estaba el crepúsculo, los dos nos quedamos viendo el cielo.
Cuando estaba enfrente de mi casa, note que mi madre acababa de llegar y al verme con Scott me hizo señal de que me acercara, antes de caminar hacia ella, me voltee hacia Scott y le dije:
-Nos vemos en la escuela.
-HOLA CHICOS.-nos gritó mi madre, había ido al supermercado y llevaba muchas bolsas, por lo cuál Scott me ignoró y le ayudó con ellas.
-Mucho gusto en conocerla, nos vemos en la escuela-se quedó parado juntó a mí y antes de irse sonrió- KARIN.
Me quedé sorprendida, ya que se sabía mi nombre, pero traté de ignorarlo y le ayudé a mi mama con las bolsas, cuando la voltee a ver parecía fascinada.
-¿Quién era ese joven?-me preguntó y casi se tropezó con el escalón, parecía haberle agradado todavía más de lo que me imaginaba.
-Un compañero.-le dije rápidamente y dejé sobre la mesa las bolsas para comenzar a acomodar todo en su lugar.
-Fue muy amable tu compañero, deberías de llevarle un regalo mañana.-me dijo y al ver su sonrisa, me quedé completamente congelada y sólo pude asentir con la cabeza.

Al día siguiente, como de rutina, me levanté corriendo, mi bicicleta ya no tenía la llanta desinflada, por lo cuál me fui en ella lo más rápido posible, al llegar, dejé mi bicicleta y corrí hacia la puerta y como de costumbre:
-Buenos días.
-Buenas noches.
Al llegar al salón, todos estaban hablando, observé que Scott estaba con sus amigos, estaban hablando mientras veían hacia la ventana, enfrente de mi lugar, caminé rápidamente y dejé mi mochila, él me volteó a ver y me dijo:
-Hola KARIN.
Dejé sobre mi banca lo que llevaba en mi bolsillo que mi madre me había dado antes de irme, sincronizadamente los dos volteamos a ver mi banca y era una bolsita de chocolates que decía “to: SCOTT” con letras rojas, él me volteó a ver con curiosidad y enseguida las tomé y me quedé congelada, y le dije:
-Es como agradecimiento de haberme acompañado a mi casa.
Sus amigos le comenzaron a dar codazos, se las entregué rápidamente y él la abrió cuidadosamente y se comió uno.
-¿Los hiciste tú?-me preguntó fascinado, le había ayudado a mi madre a hacerlos, pero preferí no especificar eso.
-Si, ¿saben mal?
-No.
El me miró fijamente y sus amigos lo lanzaron contra mí, su rostro quedó a pocos centímetros del mío.
-Scott, ¿puedes venir?-le dijo Nina, la voltee a ver y estaba completamente nerviosa, sus mejillas se veían rositas y sus ojos brillantes.
Sus amigos se quedaron en silencio, él asintió con la cabeza, despreocupado y salió del salón.
-Hola Karin.-me dijeron las dos mismas chicas que ayer me habían hablado, ya no recordaba bien sus nombres.
-Hola Emily y… ¿Natasha?
-Si, recordaste nuestros nombres.-me dijeron y me abrazaron, no pude evitar quedarme con los brazos a los costados.
Como no quería llegar a mi casa temprano hoy, me quedé viendo el patio desde la ventana, Emily y Natasha me habían invitado a comer un helado, pero simplemente no me apetecía mucho ir con ellas.
Se escuchó que alguien había abierto la puerta, cuando me voltee y vi que era Nina, tomé mi mochila para irme enseguida, ella me miró seria y se acercó a mí.
-Hola.-caminó hacia mí lentamente, su rostro sólo reflejaba indiferencia.
-¿Te llamas Nina?-le pregunté nerviosa, ella no me dejó de ver ni un solo momento.
Se puso juntó a mí y se recargo en la ventana, se quedó viéndome fijamente.
-Si, me llamo Nina, ¿tú eres Karin verdad? Si, Scott comentó que tus chocolates son los mejores que ha probado.-me dijo igual de seria, traté de no fruncir el ceño como signo de nerviosismo, sólo fruncí un poco los labios.
-Pues no soy tan buena haciendo chocolates-es mi mama.
-Si, yo tampoco creo que seas tan buena.-me dijo con una sonrisa burlona, traté de sonreír, pero no podía porque no pensaba que fuera correcto decir eso.
-Si, nos vemos mañana.-le dije y tomé mi mochila, ella me jaló de la mochila y me tropecé de sentón, al alzar la vista para verla, ella me sonreía falsamente.
-Quiero que me hagas un favor, ¿lo harás verdad?-me dijo tan dulce como falsa, me quedé viéndola aterrada.
Abrieron la puerta y era Scott, que había llegado de su club, al verme en el suelo, también la caballerosidad y los chocolates de mi madre evitaron que él se echara a reír, solo me miró con las comisuras de sus labios ligeramente curvadas, se acercó y me ofreció una mano como ayuda.
-Deberías de tener cuidado, que suerte que me encuentro contigo.-me dijo con una sonrisa amable Scott.
-Gracias.-le dije nerviosa, él me volteó a ver fijamente.
-Disculpa, ¿quieres un helado?-me dijo nervioso y bajó la mirada.
-Yo también quiero uno.-dijo Nina con una sonrisa de oreja a oreja.
-Pero, tú vives del otro lado de la ciudad, así que no creo que sea buena idea, mejor otro día, ¿ya nos vamos?-nos dijo Scott, Nina me empujó intencionalmente y se salió.
-Mi bicicleta ya está bien.-comenté mientras íbamos por el pasillo.
-Ja, ahora la mía es la que está descompuesta.
-Tendrás que irte caminando.-le dije riendo, el me miró con una sonrisa.
-Aunque fuera caminando o fuera de rodillas, soy más rápido.
-Ya quisieras.

Al llegar hacia mi bicicleta, no me pude subir, me dolía mucho el tobillo, Scott me miró con preocupación y para mi vergüenza, me tuvo que llevar en mi bicicleta a mi casa.
Al estar enfrente, él parecía esperar a que mi mama abriera la puerta y lo invitará a pasar.
-Nos vemos mañana.-le dije rápidamente, pero enseguida se escuchó que alguien abrió la puerta de mi casa.
-HOLA CHICOS.-dijo esa voz que definitivamente no quería escuchar.
Scott me sonrió de una forma que me dejó congelada y le ofreció la mano a mi mama como gesto de cortesía.
-Hola.-le dijo con una sonrisa Scott, mi mama también parecía tener el mismo efecto que todos sobre su sonrisa.
-¿Por qué no invitas a tu AMIGO a pasar?-me preguntó mi madre con cara de si no lo invitas vas a morir.
-Es que él tiene prisa.
-Si no quieres, no hay problema.-me dijo Scott y mi mama nos abrió la puerta, ella enseguida insistió en que pasará.
Nos sentamos en la mesa y había un recipiente lleno de chocolates, Scott enseguida tomó uno.
-¿Te gustaron? Que bueno, porque Karin se tardó mucho en hacerlos, los hizo con mucho cariño-luego se dirigió hacia mí- ¿verdad?
Scott me miró seriamente y bajé la mirada, mi mama me estaba cagando el día.
-Vamos, no seas tímida.-me dijo mi mama, Scott tomó otro chocolate y asintió con la cabeza.
-Deberías de venir más seguido.-le dijo mi mama con una sonrisa mientras me daba palmaditas en la espalda.
-No creo que Karin esté de acuerdo, pero gracias.-le dijo Scott.
-Estoy de acuerdo.-dije rápidamente, seguí viendo el suelo.
-Hay pastel de fresa, ¿quieres una rebanada?
-Si no es mucha molestia, ¿también lo preparó Karin?
-Si, con el mismo cariño, a ella seguro que le gustará que tú seas el primero que lo pruebe.
Me levanté y fui a cortar dos rebanadas, la más grande se la di a mi mama para que se callara de una buena vez.
-Toma, yo no tengo hambre.-me dijo mi mama con una sonrisa inocente.
-Yo tampoco tengo hambre.-le dije fríamente.
-No se preocupen, yo me lo puedo comer mientras las escuchó.-interrumpió Scott y mi mama fue la primera en mostrarse de acuerdo.
Y así comenzó la charla de mi infancia cuando lloraba por cosas absurdas y demás, parecía que el pasatiempo de mi madre era ponerme en ridículo, lo disfrutaba tanto.
-Me acuerdo cuando a Karin le entró la “depresión” cuando todos los de su clase le dijeron que parecía niño porque no tenía mucho cabello, pobrecita, y siempre se ponía shampoo para la caída del cabello, pero ni siquiera le salía.-dijo mi madre entre risas, me quedé viéndola con cara de mierda, cállate!!
-Karin es una chica muy interesante.-comentó Scott y volvió a comer pastel.
-¿Y te acuerdas cuando dijiste que una abeja estaba teniendo un hijo, cuando realmente te acababa de picar y se estaba muriendo por eso?-me preguntó mi madre y me acomodó uno de mis mechones de cabello.
-No me acuerdo, creo que sólo tú imaginación lo recuerda.-le dije ya muy harta de sus malditas crónicas sobre mi vida.
-Bueno, ya que Karin se enojó, suban a su cuarto a hacer la tarea, no los pienso molestar mas, así que “No se preocupen por mí”.-dijo mi madre y le quitó el plato de pastel a Scott y subí, podía escuchar mi respiración entrecortada.
Al entrar, Scott se acostó en mi cama y sonrió como si tuviera sueño.
-Disculpa, es que mi madre es un poco…-traté de explicarle tercamente, él abrió los ojos y me miró fijamente, tragué saliva ya que estaba muy nerviosa.
Me senté juntó a él, él se quedó viéndome.
-Acuéstate.-me dijo y me acosté incomoda, lo mas lejos que la cama me dejaba.
Me voltee hacia él, aunque estábamos lo suficientemente lejos como para que me pusiera nerviosa, él parecía estar cómodo.
-Karin, ¿tú hiciste el pastel?-me dijo serio, lo miré frunciendo el ceño y asentí con la cabeza.
-En realidad, yo sola no lo hice, mi mama me ayudó un poco.-cuando la frase era “yo sólo le ayudé a mi mama a lavar los platos”.
-Me encantaría tener una madre que cocinará tan bien.
-No lo creo.
Hubo una pausa, donde no dejó de mirarme, no podía evadir su mirada, era demasiado excitante poder verlo a los ojos, sus ojos azules eran muy hermosos.
-CHICOS.-Se escuchó la voz de mi madre y el enseguida se acercó a mi lado para abrir la puerta, él no se dio cuenta de que prácticamente estaba encima de mí, cuando bajó la mirada y vio que lo veía fijamente se quedó así un segundo.
-Voy a entrar.-dijo mi madre y apenas abrió la puerta, la cerró de golpe, movió todo lo que había en mi recamara y se cayó la lámpara en su espalda, por lo cuál cayó completamente encima de mí, su mejilla quedó a lado de la mía.
-Scott.-le susurré al oído, mi voz temblaba, sentía mariposas en el estomago.
-Tendré mas cuidado con tu madre.-me dijo burlón, aunque no se quitó ni un solo segundo.
-Disculpa, es que ella es un poco impulsiva.-le dije y traté de levantarlo, pero en vez los dos caímos, me sorprendió que YO fuera la que estuviera sobre él.
-Gracias.-me dijo y me rodeó con sus brazos, me quedé completamente inmóvil, mi estomago parecía que iba a explotar.

-Nos vemos mañana.-me dijo Scott cuando estábamos a la vuelta de mi casa, para ser sincera, no quería que se fuera, iba a ser aburrida la noche.
Cuando se volteó, lo tomé de la muñeca, él me volteó a ver seriamente y me quedé callada un segundo.
-¿No te puedes quedar un rato más?-le pregunté sonrojada, él se acercó más a mí.
-No quiero causarte más problemas.-me dijo con una sonrisa, lo voltee a ver.
-No es ningún problema.-dije rápidamente sin pensarlo un segundo, él me miró fijamente.
-Está bien.-me dijo y caminamos hacía un parque que había.
Me senté en un columpio y él se sentó a mi lado.
-Eres muy agradable.-me dijo Scott y miró el suelo fijamente.
-Gracias-le dije y le sonreí amigable-me gustaría que toda la gente pensará lo mismo.
Él hizo una pausa y se levantó, se quedó frente a mí.
-La verdad no me gustaría que toda la gente pensará lo mismo de ti, porque si no, no tendría nada de especial nuestra relación.-me dijo rápido y avergonzado.
Le sonreí fijamente y nos dirigimos hacía mi casa, iba a ser todavía más difícil despedirme.
-Supongo que mañana nos veremos.-me dijo con una sonrisa, me quedé viéndolo como una idiota.
-Si, aunque…-pensé un momento en que tal vez a él le aburría estar conmigo.
-¿Aunque?-me preguntó fijamente, lo miré con una sonrisa.
-Ya es tarde, y de por sí no me levanto aunque duerma en la tarde.-le dije con una sonrisa falsa.
-Es cierto, nos vemos en la escuela.
Se inclinó hacia mí, cerré los ojos y sentí su cabeza sobre la mía, los abrí avergonzada y voltee hacia mi casa, mi mama estaba asomada en la ventana, en ese mismo instante Scott me rodeó con sus brazos y luego se alejó tres pasos.
Me quedé viéndolo curiosamente y luego él se alejó caminando.

La primera mañana que me levantaba temprano y me arreglaba, mi mama me miró con una sonrisa maliciosa y me dio una bolsa de chocolates, la recibí y la metí a mi bolsillo, abracé a mi mama antes de irme, tomé mi bicicleta y me encaminé a la escuela, sentía como el viento se azotaba contra mi rostro.
Al llegar, el señor de la puerta me miró sorprendido y por primera vez me dijo:
-Buenos días.
-Buenas.-le dije y caminé hacia el salón de clases, me encontré con Emily y con Natasha antes de llegar al salón.
-Karin, te ves-me dijo Emily sorprendida-radiante.
-Hola Emily, Natasha, ¿Cómo han estado?-les dije con una sonrisa y caminamos hacia el salón.
Cuando llegué, como de costumbre, todos seguían hablando, Scott estaba con sus amigos y cuando me acerqué a mi lugar, sus amigos comenzaron a darle de codazos.
-Karin-me dijo y al verme, se sonrojo-Buenos días.
-Hola Scott-le dije y saqué de mi bolsillo la bolsa de chocolates-Toma.
-Gracias.-me dijo y me abrazó, al ver que todos nos miraban, se alejó enseguida y siguió hablando con sus amigos.

En la última hora, Scott estaba hablando con sus amigos y uno de ellos le preguntó:
-¿Qué piensas hacer para el 14 de febrero?
Lo miré de reojo, él sonrió y dijo:
-Una fiesta.
-Todos están invitados a una fiesta en casa de Scott.-gritaron sus amigos y todos comenzaron a hablar sobre la fiesta.
No pensaba ir, aunque lo deseaba, mi padre, regresaba después de dos años de estar en el extranjero, regresaba hoy.
-Vamos a comprar ropa para ir a la fiesta.-me dijeron Emily y Natasha.
No les dije nada y ellas enseguida asintieron con la cabeza.
-Si vemos algo que nos guste te lo compramos.-me dijeron y tomaron sus mochilas, recosté mi cabeza contra la banca, era obvio que no podía ir a esa fiesta.
-Karin.-me dijo la voz de Scott, alcé la vista y me veía con una sonrisa.
-Scott.-le dije sin mucho ánimo.
-¿Irás a la fiesta?-me preguntó serio, parecía que realmente le importaba que fuera.
-Es que no puedo.
-Sólo ve.-me dijo y tomó mi mano, lo miré y sólo veía nuestras manos.
-Trataré de ir.-le dije y sonreí.
-Si, sólo ve.

En la tarde, llegué a casa sola porque Scott se había ido con sus amigos, mi madre estaba con un pastel de chocolate, llevaba un vestido de flores, el cabello arreglado y maquillada.
-Cariño, te compre ropa, por si la quieres usar.-me dijo mi madre con una deslumbrante sonrisa.
-Está bien.-dije sin mucho animo, realmente deseaba ir a la fiesta.
-¿Sucede algo?-me preguntó mi madre antes de cerrar la puerta de mi cuarto.
-No, no sucede nada.-le dije y le sonreí falsamente.
Sobre mi cama había una blusa negra y unos pantalones de mezclilla oscuros rectos, había una chamarra blanca.
Me bañe y me vestí con mi nueva ropa, mi madre me peinó y demás, al ver mi rostro ella se sentó juntó a mí.
-¿Qué sucede, en serio?-me preguntó mi madre.
-Es sólo que...
-¿Si?
-Ya quiero ver a papa.
-Ah… yo también.
Vi sobre mi buró una bufanda que le había comprado a Scott como agradecimiento de haberme llevado a casa, seguía envuelta y demás.
Al llegar mi padre, me abrazó a mí y a mi madre, al ver mi rostro, él me dijo:
-Vamos Karin, no estés así.
Sonó mi celular y escuché una voz masculina:
-Karin.
-¿Quién habla?
-Soy Allen, el mejor amigo de Scott.
-¿Qué sucede?
-¿Por qué no vienes, no te importa Scott? El en realidad quería que tú vinieras.
-Lo siento, pero no voy a poder ir.
-¿Ni siquiera un ratito?
-Trataré de ir.
Se escuchó un poco borroso y luego lo demás fue demasiado extraño.
-¿Eres tú, Karin?-preguntó la voz de Scott, mi corazón comenzó a latir más fuerte.
-¿Scott?
-¿No vas a venir?
-Es que no creo que mis papas me dejen.
-Sólo ven.
-Está bien.
-Te esperaré.
Colgué el teléfono, mi mama estaba enfrente de mí y me dijo:
-Karin, ¿por qué no me dijiste que querías ir a una fiesta?
-Es qué…

Paso un buen rato para que mis padres se durmieran, me salí rápidamente y me llevé mi bicicleta, pedalee lo más rápido que pude, cuando estuve enfrente de su casa, estuve a punto de darme la vuelta e irme, cuando observé que Scott estaba recargado en la pared con los ojos cerrados, como la primera vez que lo había visto.
Me acerqué a él y me quedé viéndolo, cuando él abrió los ojos me miró sorprendido y me dijo:
-Viniste.
Asentí con la cabeza todavía muy avergonzada y cerré los ojos, sabía que tal vez era una locura lo que estaba a punto de hacer, pero no lo dude un segundo.
Me puse de puntitas y rodee su cuello con mis brazos, cerré los ojos buscando sus labios, cuando pude sentir su respiración, escuché una voz femenina furiosísima:
-¿Scott, Karin?
Me alejé enseguida, con la cara roja, me voltee y era Nina, quién me veía horrible.
-¿Nina?-preguntó irritado Scott.
-¿Por qué no entramos todos juntos a la fiesta?-nos preguntó Nina con una falsa sonrisa.
-Es que…-dijo Scott, lo voltee a ver y tenía las mejillas sonrojadas, no miré otra cosa que no fuera el suelo cuando entramos a su casa.
-Scott.-le dijeron sus amigos al ver su rostro irritado.

Al terminar la fiesta, no había estado mucho tiempo con él, y tampoco había dudado ni un momento en escaparme, pero ahora que veía las posibles consecuencias, me matarían, seguro que ya se habían dado cuenta.
-Karin.-me dijo con una sonrisa Scott, lo miré y le sonreí sin poder evitarlo.
-Scott.
-¿Ya te piensas ir?-me preguntó, parecía triste y me tomó de la muñeca.
-Es que ya es un poco tarde.-le dije rápidamente.
-Si, tienes razón, yo te llevo a casa, ¿traes tu bicicleta?
-Si, nos vamos en tu bicicleta y yo me regreso caminando.

Yo iba sentada en la parte delantera de la bicicleta mientras el iba pedaleando, voltee a ver el cielo un segundo, las estrellas se veían extremadamente hermosas.

Al llegar a casa, me quedé enfrente de él y cerré los ojos, cuando pude sentir casi sus labios en los míos, escuché la voz de mi padre:
-Buenas noches.
Scott se alejó instantáneamente, me quedé paralizada del miedo, observé a mi padre fijamente, quién no parecía enojado.
-Scott, Karin.-dijo mi madre, quién salió detrás de mi padre.
-Buenas noches.-dijo Scott con una sonrisa muy incomoda.
-¿No se te olvido algo?-me preguntó mi madre y me dio la bufanda, ellos enseguida se metieron a la casa.
-Lo siento.-le dije con una sonrisa incomoda.
-¿Para quién es esa bufanda?-me preguntó tímidamente.
Suspiré y tragué saliva.
-Es para ti.-le dije y lo miré fijamente, la desenvolví y se la puse en el cuello, cuando sostuve los dos extremos de la bufanda, alce la vista para ver a Scott, quién me veía fijamente, lo atraje hacia mí y le susurré:
-Feliz san Valentín.

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